
En el momento que te decides a hacer un cambio en tu vida uno de los bloqueadores que se lleva la biznaga de plata a la mejor representación cada año es tu juez interno.
Este se dispara ante cualquier reto.
Te critica constantemente, en ese preciso instante en el que no llegas a alcanzar tus expectativas, justo ahí. Cuando más débil te encuentras.
¿No escuchas esas voces en tu cabeza? ¿Esas que están listas para sobornarte, para que te quedes bien quietecita?
“Pero con lo bien que tú estás ahora, ¿para qué te vas a meter en ese berenjenal?” Dice.
Este juez presume de experto, severo, protector, de conocerte bien, de estar siempre ahí, de ser paciente, de saber qué digieres bien y qué te sienta como un tiro.
Para convencerte, te presenta situaciones pasadas en las que tu autoestima se diluía, se te salía del cuerpo.
“Tu boca, cerrada”
Te acaba de persuadir para que te quedes inmóvil.
No hay reto, ni cambio y, por supuesto, nada de soñar. A seguir todo como hasta ahora.
Pero ¿Qué hacemos para darle un buen tapabocas?
- Tomar conciencia de esas voces conocidas y sus mensajes familiares.
- Sentir las emociones que nos provocan.
- Cambiar esas voces por nuestra propia voz. ¿Quién mejor te conoce?
- Entrenar nuestra intuición y tenerla en cuenta.
- Meditar nos da tiempo y espacio para tener en cuenta las tres primeras acciones
- Saltar, asumir riesgos. Al menos uno cada día, aunque nos dé miedito (Sí, podemos ir de menor a mayor).
Beneficios, innumerables
Te dejo algunas: descubrirte, cultivar de forma intensiva tu amor propio, proyectar y planificar en quién quieres transformarte.
LIBERTAD
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Un achuchón muy fuerte
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